domingo, 16 de marzo de 2008

10 lugares feos para morir

La siguiente es una enumeración personal y subjetiva, y de ningún modo un TOP 10 o algo por el estilo. Todos estos lugares son feos para morir, y por casualidad resultaron ser 10.

  • En una convención sobre temas sociales o filosóficos. Los organizadores quitarían de su agenda todos los temas pautados para poner en su lugar mesas-debate acerca de la muerte. Los concurrentes enfurecerían por la falta de seriedad, pero tras la promesa de respetar los créditos académicos pautados, accederían gustosos. Dentro de una cómoda e hipócrita congoja, todo terminaría con un cóctel o una pata flameada.
  • En la quinta de San Vicente donde descansan los restos mortales del General Perón. Soy muy intrascendente: siempre sería "Juampï murió en la tumba de Perón", y nunca "Perón está enterrado donde murió Juampï". Mi ego y el del General no pueden convivir. No post mórtem.

  • Al costado de una autopista. Un lugar donde mucha gente pasa sin ver nada, salvo carteles indicadores que (por suerte) todavía no advierten nada acerca de mi defunción.

  • Sobre Avenida Sabattini, yendo desde el centro para el lado del Arco de Córdoba, antes de llegar al Disco, en la mano del frente. Hay casas de tunning que siempre estacionan los vehículos en la vereda: o me pisan los autos que circulan por la calle, o (mucho peor) me aplastan al ritmo de la música electrónica y el cromo, que no son otra cosa que una combinación cara y de mal gusto aplicada a la mecánica.

  • En el Banco del Suquía, o en el Disco , o en el locutorio donde suelo pagar las facturas, a menos que ya haya desembolsado. Me sentiría una persona que deja asuntos pendientes. Seré muchas, cosas, pero irresponsable no.

  • El baño de hombres del edificio nuevo de la Escuela de Ciencias de la Información. Es un lugar cerrado, casi tanto como la cabeza de quien lo diseñó. Allí hay poco oxígeno, casi tanto como en las arterias de quien lo diseñó. Y huele mal, casi tanto como las "influencias" de la persona que lo diseñó.

  • En el edificio nuevo de la Escuela de Ciencias de la Información. Luce moderno, pero es incómodo: va a haber problemas para retirar mi cuerpo, a menos que sea descuartizado. No sería agradable para nadie, pero por favor, si muero allí, no quiero salir entero.

  • En el edificio viejo de la Escuela de Ciencias de la Información. Cuenta la leyenda que quienes mueren allí purgan eternamente una condena que consiste en rendir Economía y Comunicación por toda la eternidad. Además, eso fué una comisaría, ¡por dios santo!

  • En una comisaría. ¿Vieron que aunque sean norteamericanas-modernas-comisarias-del-primer-mundo- hollywoodense, las comisarías son feas igual? Wynona Rider presa no les presta elegancia, ni Paris Hilton las convierte en un potencial telo.

  • El cajón donde guardo las bolsas que me dan en el supermercado o el almacén, las cuales serán luego utilizadas para tirar mis residuos. Es el cementerio del nylon, cercado por sólidas tablas de madera. Artificial y claustrofóbico. El peor de la lista.


Quizás haya algunos otros lugares feos para morir: esto no es definitivo, acepto sugerencias. La parca sorprende sin avisar, pero adonde lo hace dice mucho de uno. Y tengo 25 años, ya estoy en una edad clave para palmar. Pensalo: puede ser lo último que hagas.

2 comentarios:

Jonny dijo...

Estimado, sigo sin encontrar una razón por la que a alguien se le ocurra pensar, o lo que es peor, escribir esto.
Aún así, supongo que puedo aportar mi punto de vista. En lo que a mi respecta no me preocupa demasiado donde vaya a quedar mi cuerpo, siempre y cuando sea una muerte rápida y sin demasiado dramatismo. Me interesa más la parte en vida de la muerte misma. Y si algo quisiera evitar es ser un muerto vivo.

Saludos, y espero le dediques más tiempo a la vida que a filosofar sobre la muerte, ya que no creo que podamos contar si difiere en algo morir en el Disco o en el telecentro.

Martín dijo...

Sigo buscando una buena razón por la cual mis amigos se enojan conmigo, la cual es una emanación de alegria supersonora acompañado de un muy nauceabundo olor a cloaca, por el motivo de haberme CAGADO DE RISA.
La Risa alegra la vida. Saludos.