domingo, 8 de marzo de 2009

Gente Desesperada



Todo comienza con un trazo invertido. Se coloca la lapicera al medio de la hoja y, sin mover el brazo (sólo la muñeca) se lo aleja del cuerpo, buscando el norte del papel. Lo que resta es una anarquía planificada: la libertad de movimientos gobernada por una parte de la cabeza que decimos inconsciente y reservada a la extensión misma de la superficie.

Las líneas no tienen porqué resolver el misterio de la vida, simplemente señalan una dirección. No hay un tiempo determinado ni límite en la cantidad de rayas. Dejarse llevar.

Las indicaciones acerca del final del test se las dará la música (me había olvidado de decir que hay que poner música, puta madre) en el preciso momento en que el sujeto del autoanálisis comienza a cantar. No analizar qué canción es, no vale la pena, las radios ya decidieron por nosotros. De esta forma se tensiona la conciencia, ajustándola a lo que otros llaman realidad, pero sabemos que no tiene sentido.

Ahora se necesita mirar la hoja, levantarla de la mesa (hay que estar sentado en una silla, tampoco me acordé -empiece de vuelta-), mirarla fijo. Acto seguido acercarla a los ojos, alejarla, rotarla como las agujas del reloj, observar el lado no escrito (Ah, use una hoja totalmente en blanco, ambas páginas).

Sin lugar a dudas, aparecerá un dirección, un teléfono, coordenadas, un e-mail: señales (ojo, no quiere decir que esté, sólo usted puede verla). Ir, llamar, volar o escribir y comprobar que ya conocía ese feo lugar.

Finalmente, agradecer a la propia locura esta importante oportunidad y hacer algo por ella, por ejemplo, matarla con alcohol o darle un beso, aunque lo ideal es reir bajo el Sol.

Y no se preocupe, aún no se han llevado lo mejor de usted.

1 comentario:

LULY dijo...

Kuantas verdades... Muy bueno lo q eskribiste. Soy Luly, una de las konduktoras de "The Rock And Roll y Otros Demonios". Gracias x eskucharnos y eskribirnos. Un abrazo